Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 20 de noviembre de 2021

Cristo, rey paradójico, que manifiesta su poder en el servicio


Con la fiesta de Cristo Rey concluye el año litúrgico. Es una fiesta paradójica, en la que contemplamos la realeza de Cristo en su humillación, su poder en el servicio, su gloria en la debilidad.

El ángel anunció a María que su hijo reinaría para siempre (cf. Lc 1,32-33). Sin embargo, su nacimiento en una cueva y su vida pobre ya hacían presentir que su reinado no tenía sentido político.

De hecho, Jesús no permitió que lo nombraran rey después de la multiplicación de los panes (cf. Jn 6,15) y rechazó el estilo de gobernar de «los jefes de las naciones» (cf. Mt 20,25). Solo aceptó este título el domingo de ramos (cf. Lc 19,38-40) y en el juicio ante Pilatos (cf. Jn 18,37).

Efectivamente, su realeza se manifestó en su pasión y cruz, teniendo una caña por cetro, una corona de espinas, unos trapos por manto y una cruz por trono. 

También lo confiesa rey el cartel de la acusación, redactado en las tres lenguas principales de la época (cf. Jn 19,19s): hebreo (el idioma religioso), latín (el idioma de la economía y del ejército) y griego (el idioma de la cultura).

Este es mi rey, que se convierte en mi siervo, lava mis pies, perdona mis pecados y se ofrece a la muerte para que yo tenga vida. Ante tanto amor, solo puedo caer a sus pies y adorarle, dándole gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario