Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 12 de julio de 2014

La Virgen del Carmen y los que sufren


Queridos hermanos y hermanas de la familia carmelita. Se acercan las fiestas de Nuestra Madre del Carmen y, como todos los años, nos disponemos a celebrar con alegría esta festividad tan importante para nuestra familia carmelita extendida por todo el mundo.

En tantos lugares, con manifestaciones religiosas muy diversas, honraremos a la que consideramos “Madre y Decoro del Carmelo”. Procesiones, novenas, imposición de escapularios, actos culturales, felicitaciones, etc., recorrerán la geografía del Carmelo universal. 

En muchos lugares, como en España, mi país, el culto a la Virgen del Carmen se relaciona con el mundo del mar (pescadores, marineros) y su imagen surcará las aguas, como un signo de esperanza y de protección en los mares de la vida (muchas veces más procelosos y arriegados).

Yo también me uno a este ambiente de gozo y os felicito con gran alegría: que estas fiestas nos hagan sentir nuestro amor filial por María nuestra Madre, bajo esta advocación tan entrañable y tan popular del Carmelo. Que Ella nos acompañe y nos ilumine en nuestro caminar como Orden y como Familia Carmelita.

Este año, me atrevo a pediros que reflexionéis sobre una de las imágenes más populares con las que se representa a Nuestra Señora del Carmen: la Virgen que, desde el cielo (directamente o a través de unos ángeles), rescata las almas del purgatorio que suelen aparecer rodeadas de llamas y con miradas implorantes. 

Sin entrar ahora en cuestiones teológicas ni en la imaginería barroca y sus límites, conviene destacar que el pueblo fiel percibe en esta imagen la protección maternal de María y, más aún, siente cómo la verdadera devoción a la Virgen lleva a una vida de fe y de gracia.

En este tiempo de profunda crisis económica, de violencia que no cesa, de desigualdades flagrantes… creo que también nosotros, devotos de la Virgen del Carmen, estamos llamados a rescatar a aquellos que sufren los “purgatorios” de nuestro tiempo (el hambre, el paro, la guerra, el terrorismo, la droga, la depresión y la soledad, la falta de educación, los malos tratos y los abusos…) 

La devoción por la Madre nos hace más sensibles a las necesidades de los hermanos más pequeños, de los más olvidados y nos hace más humanos, más entrañables y comprensivos, más solidarios. 

La compasión es quizás la mejor prueba de la autenticidad de nuestra devoción mariana, que no puede quedarse, como ya indicó el Concilio Vaticano II, ni en un sentimentalismo estéril y transitorio, ni en una vana credulidad" (LG, 67).

Os invito también a que los cultos en honor de Nuestra Madre del Carmen, sean una ocasión para una evangelización seria y no sólo un “apuntalamiento” de tradiciones y prácticas pretéritas. 

Celebremos con convicción, con cariño, con atención y cuidado pastoral, con esmero litúrgico y con sentido catequético nuestras novenas y la imposición del escapulario, de manera que se haga realidad lo que indicaba Monseñor Romero en su famosa homilía del 16 de julio de 1978: nuestro pueblo siente que María, bajo ese título del Carmen, es la gran misionera popular.

¡Feliz fiesta del Carmen! Que María, Madre y Hermana Nuestra os acompañe siempre. Con afecto fraterno

Carta del P. Fernando Millán Romeral, Prior General de los Carmelitas, con motivo de la fiesta del Carmen de 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario