Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 7 de junio de 2022

Santísima Trinidad. Historia de esta fiesta


El domingo pasado se celebró la fiesta de Pentecostés, que concluyó el tiempo pascual. El lunes comenzó el Tiempo Ordinario, que se extiende por todo lo que queda del presente año litúrgico, hasta que empiece uno nuevo el próximo Adviento. La Iglesia celebra en estos días tres solemnidades que aún tienen que ver con la Pascua y que son sus últimas manifestaciones: la Santísima Trinidad, el Corpus Christi y el Sagrado Corazón de Jesús.

Desde sus orígenes, la Iglesia ha bautizado "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". También ha comenzado con esa fórmula todas sus celebraciones y concluye sus rezos diciendo "gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén". Por lo tanto, todas sus celebraciones son en el nombre de la Santísima Trinidad y en su honor, aunque en los primeros siglos no había una fiesta específica dedicada a celebrar este misterio cada año.

El monje irlandés Alcuino († 804) fue el primero que compuso un formulario de misa votiva en honor de la Trinidad, que tuvo gran suceso en su época. Por su parte, el obispo Esteban de Lieja († 920) compuso el oficio divino. 

Los papas del momento rechazaron una fiesta en honor de la Santísima Trinidad, porque decían que todos los domingos son la fiesta de la Trinidad. A pesar de su oposición, la fiesta ganó popularidad y terminó imponiéndose como conclusión de la antigua octava de Pentecostés. Finalmente, Juan XXII la aprobó para la Iglesia universal en 1334.

Las actuales lecturas de la misa presentan la progresiva revelación del misterio de Dios en la historia y las oraciones suponen una confesión orante de la gloriosa Trinidad. De gran belleza es el prefacio, que dice: «Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola Persona, sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna Divinidad, adoramos tres Personas distintas de única naturaleza e iguales en su dignidad».

Pueden parecer palabras complicadas y, a veces, lo único que pensamos de la Santísima Trinidad es que es un misterio incomprensible. Sin embargo, la revelación de Dios Trinidad es la mejor noticia para el ser humano, ya que nos dice que Dios no es un ser solitario, sino que es familia, comunión de personas desde toda la eternidad: El Padre ama al Hijo y el Hijo ama al Padre. El Espíritu Santo es el amor del Padre hacia el Hijo y del Hijo hacia el Padre. Por eso Dios creó a los seres humanos, para admitirlos a la comunión de amor con él. Por eso el Padre envió a su Hijo al mundo y el Hijo envió al Espíritu desde el Padre, para que podamos vivir la vida de Dios.

Ahora recibimos ese amor de una manera limitada, pero Dios ensanchará nuestro corazón, para que podamos recibir su amor sin medida y para que podamos amarle sin medida. ¿Nos damos cuenta de lo que esto significa? ¿Aún no tenemos prisa de que esto suceda ya en nuestras vidas?

El amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Amén.

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