Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 14 de octubre de 2020

Santa Teresa de Jesús. Oraciones de la misa


Teresa de Cepeda y Ahumada
nació en Ávila, en 1515. Dotada de excepcionales talentos de mente y corazón, a los veinte años ingresó en el monasterio carmelitano de La Encarnación. Sus intensas experiencias místicas y su profundo amor a la Iglesia, lacerada por las divisiones causadas por la Reforma protestante, la llevaron a una colaboración cada vez más generosa con el plan de Dios sobre ella. 

En 1562 fundó el monasterio de carmelitas descalzas de San José de Ávila, al que siguieron muchos otros. Supo conciliar la simpatía natural y la gracia sobrenatural, el don de gentes y el trato íntimo con Dios, la actividad incesante y la vida contemplativa. Murió el 4 de octubre de 1582. Fue canonizada en 1622. Fue la primera mujer proclamada doctora de la Iglesia, el año 1970.

A través de sus obras, entre las que destacan el Libro la Vida, el Camino de perfección, Las Moradas, y Las Fundaciones, ha ejercido en la Iglesia un luminoso magisterio espiritual. 

Teresa cultivó las virtudes que llaman humanas, como son el esfuerzo intenso para decir la verdad, guardar fidelidad, cumplir lo prometido, impregnar sus conversaciones familiares de alegría y humanidad. Se distinguía en todo lo que hacía o padecía por su grandeza de ánimo, unida a la afabilidad y a una justa estima y reverencia hacia cada persona. Ni hay que olvidar que ella, entre todos los quehaceres y constantes trabajos, hallase tiempo y fuerzas para escribir obras preclaras, que por sí requerirían entera la vida de un hombre muy laborioso, y ella lo hizo disertando sutil y agudamente sobre cuestiones altísimas de Dios y de cosas divinas. (Papa san Pablo VI)

Es necesario que el rico patrimonio dejado por Teresa de Jesús sea meditado a fondo e inspire una profunda renovación en la experiencia interior del pueblo, para que se revitalice toda la vida eclesial, en sus múltiples manifestaciones. La figura gigante, no solo local o nacional, sino universal, de la Gran Teresa ha de ser un fuerte estimulo en esa dirección. (Papa san Juan Pablo II).

En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, santa Teresa nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción; nos enseña a sentir realmente esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con él y de ser sus amigos. (Papa Benedicto XVI). 

Santa Teresa de Jesús es sobre todo maestra de oración. Estaba convencida del valor de la oración continua, aunque no fuera siempre perfecta. La Santa nos pide que seamos perseverantes, fieles, incluso en medio de la sequedad, de las dificultades personales o de las necesidades apremiantes que nos reclaman. A partir de su encuentro con Jesucristo, santa Teresa se convirtió en una comunicadora incansable del evangelio. Como hizo entonces, también hoy la Santa nos abre nuevos horizontes, nos convoca a una gran empresa, a ver el mundo con los ojos de Cristo, para buscar lo que él busca y amar lo que él ama. (Papa Francisco).

Oración colecta. Señor Dios nuestro, que por medio de tu Santo Espíritu has suscitado a santa Teresa de Jesús (nuestra Madre) para enseñar a tu Iglesia el camino de la perfección; concédenos alimentarnos siempre con su celestial doctrina, para que crezca en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina, en la unidad del Espíritu santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de los fieles. Iluminados por la Palabra de Dios y la doctrina de santa Teresa, oremos al Padre, confiadamente por las necesidades de la Iglesia y de la humanidad.

- Por la Iglesia, nuestra Madre, que el Señor ha querido santa y sin mancha, para que por ella santifique y una en la fe y en la caridad a cuantos creemos en Cristo, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

- Por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes y predicadores del Evangelio, para que sean santos en su vida y sabios en su doctrina, para llevar a las almas a Cristo, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

- Por todos las personas de buena voluntad, para que en el diálogo con Dios aprendan a dialogar también con los hombres e instauren en el mundo la paz y la justicia, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

- Por los religiosos, llamados por el Espíritu a vivir intensamente su consagración bautismal, para que a través de la oración sean verdaderos amigos de Dios, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

- Por el Carmelo Teresiano que celebra en este día la solemnidad de su Madre Fundadora, para que mantenga vivo en la Iglesia su mensaje de oración y de amor, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

- Por nosotros que participarnos en esta Eucaristía, para que, a ejemplo de santa Teresa, vivamos siempre unidos a Cristo y trabajemos por la santidad y la unidad de la Iglesia, roguemos al Señor. Te rogamos, óyenos.

* Padre de bondad y de misericordia, que, con Cristo y el Espíritu Santo, has puesto en nuestro corazón tu morada, por los méritos e intercesión de santa Teresa, haz que obtengamos cuanto te hemos pedido y nos comprometamos a realizar cuanto deseas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas. Padre celestial, sean aceptables a tu majestad los dones que te presentamos, como te fue grata la oblación de santa Teresa de Jesús (nuestra Madre). Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Prefacio. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación proclamar, Padre celestial, tus maravillas en la perfección de tus santos y cantar tus misericordias con santa Teresa de Jesús, (nuestra Madre), al celebrar hoy su fiesta. Porque tú eres el Dios vivo y verdadero que, en tu infinita bondad y sabiduría, llenas con tu presencia todas tus criaturas y has puesto en nuestro corazón la morada de tu gracia. Tú has revelado el misterio de tu inmenso amor en la humanidad de Jesucristo, tu Hijo; tú nos lo has dado como compañero en nuestras flaquezas, maestro de la verdad, modelo de nuestro trato filial contigo, amigo fiel y esposo de las almas, manantial inagotable de la santidad de tu Iglesia. A él cantan los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar: Santo, santo... 

Oración después de la comunión. Padre santo, concede a la familia de tu Iglesia, que has alimentado con el pan bajado del cielo, cantar eternamente tus misericordias, como santa Teresa de Jesús (nuestra Madre). Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Bendición. Dios, nuestro Padre, que os ha llamado a celebrar la fiesta de santa Teresa de Jesús, os conceda también participar de su santidad y sabiduría. Amén.

Que él os haga gustar la dulzura de su amistad divina a través del camino de la oración aprendido en la escuela de santa Teresa, maestra de oración en la Iglesia. Amén.

Que él os llene de ardor apostólico para ser, como santa Teresa, testigos gozosos de su amor entre los hombres e hijos fieles a la Iglesia. Amén.

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