Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 26 de octubre de 2012

Comentario al Credo (7)

Al tercer día resucitó de entre los muertos. Al morir Jesús, sus discípulos se dispersaron. Unos volvieron a Galilea o a sus lugares de origen y otros permanecieron escondidos en Jerusalén. Todos se encontraban confundidos, asustados, sin esperanza. Pero, poco a poco, salieron de sus escondites y comenzaron a dar testimonio de su fe por todo el mundo. Aunque fueron perseguidos, encarcelados y maltratados hasta la muerte, aunque se les prohibía hablar en el nombre de Jesús, ya nunca más tuvieron miedo. ¿Qué había pasado? Que Jesús resucitado les salió al encuentro y les dio el Espíritu Santo. Esta es la primera confesión de fe de los cristianos, tal como la formuló san Pedro el día de Pentecostés: A Jesús «lo matasteis, clavándolo a una cruz por mano de hombres inicuos. […] A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. […] Con toda seguridad conozca la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Mesías a Jesús» (Hch 2,23-32). 

Los discípulos no cuentan cómo sucedió la resurrección, porque ellos no estaban allí en aquel momento preciso. Lo que testimonian es que Jesús resucitó durante la noche, mientras ellos estaban escondidos y asustados (cf. Jn 20,19), y se hizo presente en sus vidas, transformándolas. No fueron ellos los que le buscaron. Es Él quien tomó la iniciativa y se manifestó a las mujeres, a algunos discípulos, a los Doce... juntos y por separado, haciéndoles comprender que Él ha vencido a la muerte y ahora vive para siempre: «Los discípulos, que antes habían perdido toda esperanza, llegaron a creer en la resurrección de Jesús porque lo vieron de formas diferentes después de su muerte, hablaron con Él y experimentaron que estaba vivo» (Youcat 105). 

«La Resurrección de Cristo no fue un retorno a la vida terrena como en el caso de las resurrecciones que él había realizado antes de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naím, Lázaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volvían a tener, por el poder de Jesús, una vida terrena "ordinaria". En cierto momento, volverán a morir. La Resurrección de Cristo es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su gloria, tanto que san Pablo puede decir de Cristo que es "el hombre celestial"» (Catecismo de la Iglesia Católica, 646).

Preguntas para la reflexión. Semana Santa y Pascua es el tiempo de la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. ¿Cómo vivo esos días? ¿Qué recuerdo de la Vigilia Pascual, que es la celebración más importante de todo el año?

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