Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

lunes, 18 de marzo de 2024

San José en la Biblia


La solemnidad de san José conlleva unas connotaciones muy especiales para los carmelitas. Efectivamente, santa Teresa de Jesús le quería de una manera especial y puso toda su obra de fundadora bajo su patrocinio. En sus escritos, lo presenta como maestro de oración, ya que él tuvo un trato íntimo con Jesús durante toda su existencia y la oración es tratar de amistad con el Señor, con intensidad y frecuencia.

La Biblia señala tres aspectos de la vida de san José que lo hacen especialmente significativo: 
- Su descendencia davídica (que él transmite a Jesús).
- Su condición de «justo».
- Su vida sencilla, en la que se hace presente la salvación.

Respecto al primer punto, recordemos que José pertenece a la estirpe de David (cf. Mt 1,20). En cuanto que Jesús es legalmente el «hijo de José» (Lc 4,22), puede reclamar para sí el título mesiánico de «hijo de David» (cf. Mt 22,41-46), dando cumplimiento en su persona a las promesas hechas a su antepasado: «Mantendré el linaje salido de ti y consolidaré tu reino» (2Sam 7,12ss). José es el anillo que une a Jesús con la historia de Israel, desde Abrahán en adelante, según la genealogía de Mateo (Mt 1,1-16) y con las esperanzas de toda la humanidad, desde Adán, según la genealogía de Lucas (Lc 3,23-38).

Respecto al segundo punto, cuando la escritura llama «justo» a José, quiere decir, ante todo, que es un hombre de fe, que ha acogido en su vida la Palabra de Dios y su proyecto sobre él. Como Abrahán, ha renunciado a sus seguridades y se ha puesto en camino sin saber adónde iba, fiándose de Dios. De esta manera, vive las verdaderas actitudes cristianas: la fe inquebrantable en la bondad de Dios, la acogida solícita de su Palabra y la obediencia incondicional a su voluntad.

Por último, en un tiempo en el que predominan los ruidos y solo llama la atención lo extraordinario, es importante recordar que san José es un hombre de silencio y de trabajo sencillo y humilde. Vivió su existencia consagrado a su trabajo y al servicio de su familia, en la fe y en la esperanza.

Los carmelitas descalzos rezamos cada día:
«En el fiel desempeño del oficio de carpintero, san José brilla como admirable ejemplo de trabajo».
«Oh, Dios, que has encomendado la ley del trabajo a todos los hombres, concédenos que, siguiendo el ejemplo de san José y bajo su protección, realicemos las obras que nos encomiendas y consigamos los premios que nos prometes, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén».

Feliz fiesta de San José. Que él nos enseñe a profundizar cada día nuestro amor a Cristo y a María.

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