Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 10 de mayo de 2013

El obelisco de la plaza del Popolo


El obelisco flaminio fue colocado en su emplazamiento actual, en la famosa plaza del Popolo, en 1589 por el arquitecto Domenico Fontana, siguiendo un encargo del Papa Sixto V (el mismo Papa y el mismo arquitecto de los obeliscos del Vaticano y de san Juan de Letrán, de los que hemos hablado en días pasados). Toma el nombre de la antigua vía Flaminia, que atravesaba esta plaza.

Tal como indican los jeroglíficos que lo adornan, fue realizado en tiempos de los faraones Seti I y Ramsés II (el del Éxodo y Moisés) en el s. XIII a.C: para el templo de Heliópolis en Egipto. Fue trasladado a Roma por orden del emperador Octavio Augusto en el 10 a.C. para colocarlo en el Circo Máximo de la Urbe. Mide 24 metros de alto (36,50 con la base).

Fue el primer obelisco egipcio que se transportó a Roma y la operación fue tan compleja que la nave que se construyó para realizar el traslado permaneció expuesta durante muchos años en la ciudad para asombro de los visitantes, hasta que un incendio la destruyó.

En dos lados de la base se conservan las inscripciones que mandó hacer el emperador Augusto cuando el obelisco se levantó en el centro de la espina del Circo Máximo: "Augusto ofrece este don al sol... en agradecimiento por haber sometido Egipto al pueblo romano...". En los otros dos lados se hace referencia a su nueva erección en el lugar actual en tiempos de Sixto V y su consagración en honor de la Virgen María, "Madre del Sol que nace de lo alto".

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