Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 11 de junio de 2013

Jericó y Betania del otro lado del Jordán


Cerca de la desembocadura del río Jordán se encuentran Jericó (al oeste, en la parte palestina) y Betania del otro lado del Jordán (al este, en la parte jordana). Dos ciudades cargadas de historia y de significado tanto para los judíos como para los cristianos.

Jericó se encuentra a unos 8 km. del mar muerto y a 27 km. de Jerusalén, a 240 m. bajo el nivel del mar. Es la más antigua ciudad amurallada del mundo de la que se tiene constancia arqueológica. De clima tropical, productora de toda clase de frutas exquisitas. Antiguamente era conocida como ciudad de las palmeras, porque es un oasis de abundante vegetación. Fue la primera ciudad conquistada por los israelitas después de caminar 40 años por el desierto. El profeta Eliseo purificó sus aguas, haciéndolas potables. Cerca de allí predicaba Juan Bautista y en sus montes Jesús fue tentado mientras ayunaba. La parábola del buen samaritano se sitúa en el camino de Jerusalén a Jericó. Allí Jesús curó al ciego Bartimeo y llamó a Zaqueo (el publicano recaudador de impuestos) y se hospedó en su casa.

Betania del otro lado del Jordán está situada cerca un poco más abajo, en de la desembocadura del Jordán en el Mar Muerto, junto al paso que une Jordania y Canaán. Por allí pasaban las caravanas de las especias, que unían el extremo Oriente con Egipto, Siria, Arabia y el Mediterráneo. Allí se alojaron los patriarcas y los profetas en sus desplazamientos. Allí Juan bautizó a Jesús (cf. Jn 1,28). En ese lugar, el Jordán tiene un caudal mínimo y sus aguas terrosas y amargas no se corresponden con las ensoñaciones de los turistas, pero es el sitio donde Jesús fue bautizado. Allí, al lugar más bajo de la tierra quiso descender para meterse en la fila de los pecadores, para ocupar el último lugar.

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