Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 19 de abril de 2014

La Vigilia Pascual


La Vigilia Pascual es la gran fiesta de los cristianos, que inaugura las celebraciones de la Resurrección del Señor.

Comienza con la liturgia del fuego, en la que aclamamos a Cristo como Luz Nueva que ilumina la tierra (recordemos que la vieja creación también comenzó cuando Dios hizo la luz, el día primero). El cirio pascual, bendecido en esta noche santa, presidirá las celebraciones del tiempo pascual, así como los Bautizos y Funerales a lo largo del año.

Cada uno de nosotros enciende su pequeña vela en la llama del cirio, directamente o a través de otros que la han recibido ya, como imagen de que queremos dejarnos iluminar por la luz de Cristo y colaborar con Él llevando a los demás su luz.

En el Pregón Pascual cantamos nuestro gozo, el de la Iglesia y el de la creación entera:

Exulten los coros de los ángeles, exulte la asamblea celeste y un himno de gloria aclame el triunfo del señor Resucitado.

Goce la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con la gloria de Cristo, se sienta libre de las tinieblas.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

Sigue la Liturgia de la Palabra, en la que repasamos las grandes intervenciones de Dios a favor de la humanidad: la creación, el sacrificio de Abrahán, la salida de Egipto, las promesas de los profetas. Después de las lecturas del Antiguo Testamento, se canta el Gloria y se proclama la lectura de san Pablo, que nos dice que nosotros también hemos pasado de la muerte a la vida por el bautismo.

Después de 40 días sin cantar el Aleluya, en esta noche resuena con mayor alegría la aclamación al Evangelio.

En la Liturgia del Agua se bautizan los neófitos, si los hay, y se renuevan las promesas bautismales, recordando que el Bautismo es participación sacramental en la Muerte y Resurrección de Cristo (si hay religiosos o religiosas, a continuación renuevan sus votos). Esta parte concluye con la oración de los fieles.

En la Liturgia Eucarística comulgamos el Cuerpo del Señor, sabiendo que el que recibe a Cristo resucitado, resucitará con Él.

La bellísima secuencia de Pascua nos transmite los sentimientos de la Iglesia en esta fiesta: «Ofrezcan los cristianos / ofrendas de alabanza / a gloria de la Víctima / propicia de la Pascua. / Cordero sin pecado / que a las ovejas salva, / a Dios y a los culpables / unió con nueva Alianza... / Primicia de los muertos, / sabemos por tu gracia / que estás resucitado; / la muerte en ti no manda. / Rey vencedor, apiádate / de la miseria humana / y da a tus fieles parte / en tu victoria Santa.»

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