Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 25 de abril de 2015

La cuestión sinóptica


Hoy vamos a hablar de «la cuestión sinóptica». Intentaré hacerlo lo más sencillo que me sea posible.

La palabra «sinopsis» hace referencia a una disposición gráfica, en columnas paralelas, que muestra la relación entre distintos textos. 

Desde antiguo se observó que Mateo, Marcos y Lucas siguen el mismo esquema al narrar la historia de Jesús: bautismo en el Jordán, retiro en el desierto y tentaciones, predicación en Galilea, pregunta por la identidad de Jesús y respuesta de Pedro, anuncio de la pasión, transfiguración, viaje a Jerusalén, muerte y resurrección del Señor. 

Aunque cada uno de los tres tiene una manera particular de decir las cosas, coinciden en el esquema general y en muchos de los contenidos.

Juan, por su parte, sigue un esquema distinto y la mayoría de sus contenidos son exclusivos suyos.

Varios autores antiguos afirman que el evangelio más antiguo es el de Mateo, escrito en arameo hacia el año 50. Pero el evangelio de Mateo que conservamos fue escrito en griego hacia el año 70. Si hubo una versión anterior, se ha perdido. 

Lo que está claro es que el evangelio de Marcos es el más corto (661 versículos en 16 capítulos) y que su material se encuentra casi íntegramente en Mateo y en Lucas. Solo tiene 30 versículos propios que no se encuentran en los otros dos. 

El evangelio de Mateo (1.068 versículos en 28 capítulos) contiene todo Marcos, menos 40 versículos, y tiene 330 versículos propios. 

El evangelio de Lucas (1.149 versículos en 24 capítulos) contiene 350 versículos de Marcos y 548 propios. 

Por otro lado, Mateo y Lucas tienen 235 versículos en común que no se encuentran en Marcos. 

A partir de estos datos se han formulado varias teorías. La más común es que Marcos fue el primero en escribirse y que Mateo y Lucas dispusieron de él, así como de otro documento con dichos de Jesús (llamado fuente Q, que contenía el material común a Mateo y Lucas, pero que no se encuentra en Marcos). 

Por su parte, tanto Mateo como Lucas dispusieron de otros materiales propios de cada uno de ellos. 

A partir de esas fuentes, cada uno redactó su escrito con un estilo propio, en el que se reflejan tanto la personalidad del autor como la de sus destinatarios (ya que cada uno escribió pensando en unos lectores concretos).

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