Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 19 de septiembre de 2021

El que acoge a un niño en mi nombre me acoge a mí


El domingo pasado leímos en el evangelio de la misa la pregunta de Jesús a sus discípulos: ¿Quién soy yo para vosotros. Pedro respondió que Jesús es el mesías. Entonces, Jesús les explicó qué tipo de mesianismo es el suyo: el del servicio y la humildad. Pedro no estaba de acuerdo y Jesús le hace comprender que no hay otro camino para él y los suyos. Era el primer anuncio de la pasión.

El domingo 25 del Tiempo Ordinario, ciclo "b", leemos el segundo anuncio de la pasión, que es mucho más duro y desalentador, ya que los discípulos ni siquiera escucharon lo que decía Jesús, porque estaban muy ocupados en discutir quién de ellos era el mejor, el primero, el más digno. Jesús hace el habla de su pasión y los suyos ni siquiera lo escuchan.

He explicado este evangelio en la entrada titulada "El mesianismo de Jesús".

Les propongo un texto del teólogo Hans Urs von Balthasar, que nos ayuda a comprender mejor el texto:

En el evangelio de hoy aparece la enseñanza de Jesús a sus discípulos: él será entregado en manos de los hombres, lo matarán y resucitará al tercer día. Pero es él mismo el que determina su destino, no sus enemigos; y lo hace con una libertad suprema, como obra de su voluntad firme y decidida, obediente a Dios.

Los discípulos, después de haber oído esta enseñanza sin haber comprendido una palabra de la misma, discuten entre sí sobre quién es el más grande o el más importante. Ser grande y poderoso se opone a la paciencia y a la moderación de que Cristo hace gala.

Entonces Jesús, cuya predicción no encuentra ningún eco entre los suyos, toma a un niño en sus brazos para manifestar que el más grande, Dios, manifiesta su grandeza humillándose y poniéndose en el último lugar como servidor de todos; y el niño, el más débil de los seres humanos, que por esencia ha de ser cuidado y acogido, es el símbolo real de este Dios que es acogido cuando se acoge a un niño.

Jesús, en su servicio de esclavo asumido por libre amor hacia todos los malvados y embriagados de ansia de poder, se manifiesta justamente como el mayor de todos. ¿Quién tiene el coraje de seguirle?

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