Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 7 de febrero de 2017

El domingo, hoy


Siguiendo las enseñanzas conciliares, la liturgia renovada subraya en sus textos el valor del domingo, día del encuentro con Cristo resucitado y anticipo de la salvación futura: «Nos has convocado en tu casa en este día de fiesta. Hoy, tu familia, reunida en la escucha de tu palabra y en la comunión del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, mientras espera el domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu descanso» (Prefacio X del Tiempo Ordinario).

En las plegarias eucarísticas I, II y III se ha introducido una conmemoración propia: «Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal».

En los últimos años se han publicado numerosos estudios sobre este tema. Juan Pablo II realizó una preciosa síntesis en su encíclica sobre el domingo. Allí lo presenta como «Día del Señor» (celebración de la obra del Creador), «Día de Cristo» (día del Señor resucitado y del don del Espíritu), «Día de la Iglesia» (en que los cristianos se encuentran para la asamblea eucarística), «Día del hombre» (día de alegría, descanso y solidaridad), para terminar diciendo que es el «Día entre los días» (ya que es la fiesta primordial, reveladora del sentido del tiempo). También recupera el nombre de «Pascua semanal» y afirma que es el día que revela a los cristianos el verdadero sentido del tiempo:

«No hay equivalencia con los ciclos cósmicos, según los cuales la religión natural y la cultura humana tienden a marcar el tiempo, induciendo tal vez al mito del eterno retorno. ¡El domingo cristiano es otra cosa! Brotando de la resurrección, atraviesa los tiempos del hombre, los meses, los años, los siglos, como una flecha recta que los penetra orientándolos hacia la segunda venida de Cristo […] El cristiano sabe que no debe esperar otro tiempo de salvación ya que el mundo, cualquiera que sea su duración cronológica, vive ya en el último tiempo» (Dies Domini, 75).

Podemos decir que la teología ha recuperado con acierto la reflexión sobre el sentido del domingo cristiano. 

De todas formas, no debemos ignorar que «esta recuperación acontece en un momento difícil por la secularización de la vida y de la fiesta dominical, presentando no pocos problemas pastorales». Hasta el punto de que «cada vez se abre una sima más profunda entre lo que es la idea del domingo a la luz de la fe y lo que el domingo es, de hecho, en la sociedad actual, debido a las profundas y radicales transformaciones históricas, culturales y sociales de nuestro tiempo». 

Por eso es necesaria una continua catequesis que ayude a los fieles a encontrar en el domingo la fuente y los contenidos de su esperanza.

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