Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 8 de febrero de 2017

El domingo nos trajo el inicio de todas las gracias


Para concluir nuestras reflexiones sobre el domingo cristiano, les propongo un sermón de san Eusebio de Alejandría (263-339) en el que afirma que "el domingo nos trajo el inicio de todas las gracias".

El sagrado día del domingo es la conmemoración del Señor. Por eso se le llama "domingo", como principio de los días. Pues con anterioridad a la pasión del Señor no se le llamaba domingo, sino día primero. 

En este día el Señor dio comienzo a las primicias de la creación del mundo; en este mismo día donó al mundo las primicias de la resurrección; en este día nos mandó celebrar los sagrados misterios. Por tanto, este día nos trajo el comienzo de toda gracia: el comienzo de la creación del mundo, el comienzo de la resurrección, el comienzo de la semana cristiana. Al comprender este día tres comienzos, nos muestra a un mismo tiempo el primado de la santísima Trinidad.

No por otra razón observamos el domingo, sino para introducir una pausa en el trabajo y dedicarnos a la oración. Si pues, interrumpiendo el trabajo, no acudes a la iglesia, no sacas ganancia alguna; más aún, te has perjudicado, y no poco, a ti mismo. Muchos son los que esperan el domingo, pero no todos con idéntico motivo. Los que aman al Señor, esperan el domingo para elevar a Dios sus plegarias y recrearse con el cuerpo y sangre preciosos; los apáticos y negligentes esperan el domingo para no trabajar y entregarse a una conducta incalificable.

¿Qué es lo que contemplan los que van a la iglesia? Te lo voy a decir: a Cristo, el Señor, yacente sobre la mesa sagrada, el himno santo de los serafines cantado tres veces, la presencia y la venida del Espíritu Santo, al rey David entonando salmos, al bendito apóstol Pablo inculcando su doctrina en el ánimo de todos, las enseñanzas del Señor, la instrucción y exhortación de los venerables obispos y presbíteros: todo cosas espirituales, todo cosas celestiales, todo cosas que nos procuran la salvación y el reino de los cielos. Esto es lo que escucha, esto es lo que contempla el que va a la iglesia.

Porque este día se te ha dado para la oración y el descanso: Este es, pues, el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo; y al que, en este día, resucitó démosle gloria juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

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